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La Vanguardia

19 de septiembre de 2018

 

La evolución de la Responsabilidad Social de la Empresa (RSE) ha estado tradicionalmente liderada por las compañías multinacionales que son marcas referentes en sus sectores de actividad. Desde 2015, estas grandes empresas están cada vez más orientadas a contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. 

El largo período de crisis económica ha hecho que la implantación de la Responsabilidad Social Corporativa no haya alcanzado un nivel tan significativo en las pequeñas y medianas empresas. Muchas de ellas han tenido que batallar para sobrevivir en un contexto muy arduo, en el que buena parte de las energías y recursos  se han dedicado a los temas operativos aparentemente más imprescindibles. 

Seguramente las pymes que se han visto más exigidas para dar un paso al frente en su RSE han sido las que están en la cadena de suministro de las grandes compañías de sectores como el del automóvil, el textil o la alimentación, que han trasladado a sus proveedores el cumplimiento de los requisitos de responsabilidad que se han marcado para ellas mismas.  Aun así, la RSE es un valor innato a muchas pymes. Empresas familiares que quieren ver reflejadas en la forma de hacer de la compañía las aspiraciones y los valores de los fundadores: construir una organización que perdure y sea capaz de generar valor económico y social para los diferentes grupos de interés que la conforman y con los que se relaciona. 

Hoy en día contamos con un cierto número de pequeñas y medianas empresas que han recorrido un largo trecho en materia de RSE. Sus líderes constatan que la sociedad muestra un interés creciente por conocer y mejorar su impacto social y medioambiental. Al mismo tiempo, perciben nuevas exigencias que presionan a sus compañías en ámbitos como la transparencia, el buen gobierno o la prevención de la corrupción para las cuales la RSE y las prácticas que conlleva son parte de la solución.

Su apuesta por el liderazgo responsable, además de aportar beneficios a la sociedad mediante sus programas de acción social, ha incidido en diferentes ámbitos de la compañía como las operaciones y el medio ambiente o las políticas de recursos humanos. Esto ha fortalecido algunos de los activos que son vitales para la competitividad de sus empresas. Han visto como mejoraba la reputación y el aprecio de marca. También perciben una influencia favorable en aspectos como la implicación de los trabajadores, el sentido de pertenencia y la captación y retención de talento. 

Pero, sobre todo, experimentan que cuando la RSE tiene una dimensión estratégica es una aliada de la innovación, ya sea porque hace evolucionar la forma de actuar y el modelo de negocio de la empresa o bien porque permite desarrollar nuevos productos y nuevos mercados que responden a las nuevas demandas e inquietudes sociales y medioambientales de los consumidores. Aunque no pueden cuantificar en qué medida mejora la cuenta de resultados de sus empresas, estos líderes responsables constatan no obstante que la RSE les aporta una plataforma de crecimiento. 

 

Pymes comprometidas 

Cafés Novell, una empresa con una buena trayectoria en diferentes aspectos de la RSE, ha hecho recientemente un cambio estratégico importante pasando de ser una compañía que vendía sus productos al sector de la hostelería a tener también un canal de venta dirigido al consumidor final. Para ello ha lanzado con notable éxito un nuevo producto sostenible: las cápsulas compostables de café que se desintegran a las 12 semanas y no dejan residuo. 

Lloreda, más conocida por su producto estrella KH7, tiene una dilatada experiencia en RSE, certificando ecológicamente todos sus productos y también desarrollando políticas de formación profesional, así como de flexibilidad laboral y conciliación. La compañía constata los beneficios de la RSE no solo con los clientes, sino  también internamente en el grado de implicación y satisfacción del equipo. 

Ternua es una empresa que ha sabido construir una marca sostenible y comprometida. Sus prendas para actividades en la montaña y la naturaleza están hechas con algodón orgánico, con plumas recicladas y desde 2015 ha eliminado todas las sustancias químicas perjudiciales para la salud y el medio ambiente. 

Son tres ejemplos de pymes que con su responsabilidad e innovación social saben generar valor compartido. Para la sociedad y para los accionistas y trabajadores. Empresas que ven en la RSE la oportunidad de contribuir a un mundo más justo y ecológico, convencidas además de que así están construyendo la compañía que triunfará en el siglo XXI.