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15 años de Esade Alumni Social
Descubre las experiencias de antiguos alumnos que tras su paso por el proyecto decidieron dar un cambio de rumbo en sus vidas
«Trabajando en el tercer sector tienes la evidencia de que el trabajo que realizas repercute directamente en un colectivo que, por motivos que pueden ser muy diversos, necesita apoyo y recursos para lograr la inclusión y normalización en la sociedad. Personalmente, he tenido la posibilidad de estar, por un periodo de tiempo, en contacto con personas con síndrome de Down y pude comprobar que, cuando se habla de “capacidades” en relación con ese colectivo, no son solo palabras, sino una realidad. A pesar de considerarme una persona con mente abierta, me di cuenta de los frenos y tópicos que arrastramos. El hecho de conocer a personas con SD, de estar y hablar con ellos y de ver sus capacidades y sus posibilidades de aprendizaje ha sido un regalo.
Sea cual sea su misión y función social, sea cual sea su naturaleza (asociación, fundación…), estamos hablando de organizaciones y, por lo tanto, requieren una estructura, profesionalización, definición de departamentos funcionales, operativos…, como cualquier otra empresa. La evidente función e impacto social no debe ser un freno para adoptar políticas y acciones propias de una empresa ordinaria. Creo que sería muy importante mantener una estrecha colaboración entre empresa ordinaria y ONG para dar un impulso a estas últimas. Y, del mismo modo, aunque pueda considerarse arriesgada la afirmación, creo que el trabajo y las condiciones de las personas que están en una ONG deberían equipararse —en condiciones y recursos— a las de la empresa ordinaria».
«La principal ventaja de trabajar en el tercer sector es que, al finalizar el día, ves sentido a tu trabajo. Cuando trabajas en una empresa privada, los logros te los recompensan económicamente, pero no te llegan al corazón. Ahora trabajo en la Fundación Capacis, que se dedica a la inserción laboral de jóvenes con inteligencia límite. Cada vez que un alumno es contratado por una empresa, ves su cara de felicidad (y la de sus padres) y te dicen: “Sin vosotros no lo habríamos conseguido”, eso sí que es gratificante y te llega al corazón. Otra ventaja que tiene trabajar en el tercer sector es que hay tanto por hacer, que tu puesto lo puedes desarrollar implantando nuevos procesos y procedimientos, asumiendo nuevas funciones… Mi experiencia ha sido muy buena. He tenido la gran suerte de encontrarme con un equipo de profesionales que rinden cada día al 120% en su trabajo, con alegría e ilusión, y eso al final se contagia. Ese empeño en los proyectos que realizamos con los alumnos y esa motivación nunca los había vivido en la empresa privada.
Cada vez más, el tercer sector se está profesionalizando y contratando perfiles de la empresa privada. Necesitan equipos mixtos: profesionales del tercer sector, expertos en la misión y profesionales de la empresa privada, que aporten una visión más amplia. Se han dado cuenta de que tienen que ser más competitivos, pues, a pesar de que nunca lo reconocen, en el tercer sector también hay competencia, y mucha.
Las ONG son necesarias. Prestan un servicio fundamental a la sociedad y cubren necesidades de las que nadie se ocupa. ¿Qué sería de todos los colectivos a los que ayudan las ONG? ¿Y de nuestro medio ambiente? Por todo ello, para mí este rol social es indispensable».
«En posiciones de gestión en el tercer sector suele ser más fácil conciliar vida personal y profesional que en otros sectores de la economía. Además, es frecuente encontrar un ambiente de trabajo más distendido y colaborativo. Por último, está el retorno emocional que supone la contribución a una causa o a un proyecto social en el que uno cree. Yo empecé a valorar el tercer sector como una opción de carrera profesional a raíz de mi participación en el programa de ESADE Alumni Consultores Solidarios. Poco después, surgió la posibilidad de incorporarme en la Fundación Pere Tarrés como coordinador de la implementación del plan estratégico y no lo dudé. Es un trabajo apasionante que abarca múltiples ámbitos, desde una facultad universitaria hasta la gestión de casas de colonias, la vertiente del tiempo libre educativo en escuelas o una red de centros socioeducativos en entornos desfavorecidos.
Las ONG cubren un rol social crítico. En cierto sentido, desempeñan una labor de vigía, incidiendo en determinados entornos antes incluso de que la administración detecte que puede haber una necesidad en los mismos. Y la verdad es que las entidades no lucrativas están cada vez más profesionalizadas, sobre todo las de mayor tamaño. Como toda entidad, las ONG deben gestionarse de acuerdo con su misión y sus valores, de la forma más eficiente posible y desde el máximo rigor. Al final, hacerlo así es una cuestión de honestidad con sus beneficiarios. Y es partiendo de este enfoque que creo que definitivamente hay un sitio en ellas para perfiles de empresa y gestión».
«Particularmente, me gusta trabajar, lo he hecho desde muy joven y, si encima lo haces por una causa que te preocupa y puedes aportar tu granito de arena al cambio social, mucho mejor. Tu trabajo tiene significado y te encuentras personas muy interesantes. Tan solo hace unos meses que me he incorporado al tercer sector, después de 30 años trabajando en la empresa privada y una experiencia como coordinadora de consultoría solidaria en ESADE Alumni Social. De momento es muy positivo; me estoy encontrando con un ambiente muy profesional, joven, generoso y colaborativo, en donde mi experiencia genera un binomio muy interesante y productivo. Por lo que estoy viendo, el nivel de trabajo es muy alto, multifuncional, tocas un “palo” diferente cada día, muy creativo y mucho más desde la colaboración que desde la competición.
Las fundaciones hoy en día están muy profesionalizadas. Todos mis compañeros, en gerencia y dirección general, tienen un nivel de formación muy alto y provienen de cargos muy potentes dentro de la empresa privada. La profesionalidad, la experiencia y la visión que tú puedes aportar desde otros sectores, ya sea industria o servicios, es enorme. Y no funcionamos de una forma muy diferente a las empresas, la principal diferencia es que el destino final de tu aportación profesional y de los recursos es para un proyecto científico y para poder cambiar el futuro social. En el tercer sector hay mucho talento y, cuanto más haya, más rápido conseguiremos hitos y cambios.
Entiendo que hay circunstancias de la vida que a lo mejor no te permiten estar profesionalmente “activo” en este sector. Ahora bien, hay muchas formas de colaborar desde el mundo de la empresa. Me estoy encontrando con muchas personas que pelean por concienciar a las empresas, a sus empleados y a sus clientes para que aporten recursos, en mayor o menor medida, al tercer sector. Todos juntos sumamos».